En los últimos años las entidades bancarias han venido comercializando una serie de productos financieros muy complejos destinados a captar el ahorro de sus clientes. Entre los que se encuentran las participaciones preferentes. Dichos productos, tenían como gancho, la promesa de obtener unos intereses muy elevados, mucho más de los que ofrecían productos tradicionales como los plazos fijos o los fondos de inversión, pero, no todo ha resultado ser tan rentable para el inversor…
El problema, la trampa de dichos productos está en su vencimiento, que de hecho, no existe, es decir, son productos donde el inversor no puede recuperar el capital invertido salvo que venda sus participaciones en el mercado secundario. Dicha venta, que, en casos de una boyante evolución de la economía podía no ser excesivamente dificultosa, se convierte en una misión casi imposible en las actuales circunstancias de crisis económica, lo que supone que, el inversor se encuentra preso de su entidad financiera, ya que no puede vender su producto ni recuperar su inversión, pero, no todo acaba ahí.